Por Santiago “Yacu” Romero Díaz
No deja de llamarme la atención la trascendencia que solemos atribuirle a la “suerte” y su influencia en lo que ocurrió o lo que no ocurrió. Ante un hecho determinadoexclamamos: “¡qué suerte que tuvo!” o “¡qué mala suerte!”; cuando en realidad es un hecho, sucede o no sucede debido a diversas circunstancias cuyo análisis nos permitimos obviar acudiendo al facilismo de invocar a la suerte. Le damos un valor a ese acontecimiento y se lo adjudicamos a la suerte como si ésta fuera la que hizo que pasara o no tal cosa.
Idealizamos tanto a la suerte que incluso hemos llegado a atribuirle múltiples poderes y de los más variados. Solemos afirmar “la suerte quiso que eso pasara”, y así le otorgamos un poder hacedor de los acontecimientos, también “la suerte está de su lado”: un poder apadrinador; tenemos cábalas, amuletos, con lo cual hasta le hemos brindado cuerpo….¡la hemos materializado en objetos! Asombroso.
Pero hay aun más, también solemos decir que “a la suerte hay que ayudarla”: bueno, aparentemente no es omnipotente. Una muy buena es “…ese equipo tiene la suerte del campeón”, el secreto para salir campeones estaría entonces en encontrar a “esa” suerte (la del campeón), abrazarnos a ella y suplicarle que se quede con nosotros para siempre, así seríamos infinitamente campeones. Lo raro es que por lo general el título de campeón cambia de manos, esto debe ser porque “la suerte es caprichosa”: también la personificamos. La cuestión es que por lo general el título de campeón cambia de manos, pero ¿qué pasó?, ah!…, ya se, la suerte ya no acompaña más a ese equipo sino a otro “que es el que ahora tiene la suerte del campeón”…, creo haber descubierto algo, ¡la suerte es exitista!
La suerte no existe en sí misma o mejor dicho no hace que algo ocurra o que no ocurra o que suceda de determinada manera. No invoquemos a la suerte o en todo caso noesperemos nada de ella, porque tal vez existe, pero tan solo como una expresión. Quizás como un enunciado que utilizamos para desahogarnos o para describir algo cuyo origen o motivos no podemos (o no queremos) explicar; pero siempre como una expresión.
Si atribuimos a la suerte cada suceso que acontece entonces los invito al siguiente paso que será decidir desde dónde la miramos, porque ese mismo hecho visto desde un lado sería “mala suerte” y desde el otro sería “buena suerte”, veamos un ejemplo básico en el deporte: la pelota de rugby fue pateada, picó para un lado y el pique favoreció al jugador atacante: a) el atacante tuvo suerte, ob) el defensor tuvo mala suerte. ¿Entonces existen 2 suertes?, ¿existe una sola que se desdobla?, ¿existen infinitas, buenas y malas para cada persona, equipo y circunstancia en particular?
Lo cierto es que la pelota de rugby es “ovalada” y como tal resulta prácticamente imposible que pique derecho, a diferencia de una pelota de fútbol. Por ende desde el momento en que salió despedida por un kick ya sabemos que picará para algún lado impredecible. Hasta hace algunos años la dirección del pique de una guinda pateada era en un cien por ciento atribuible al “poder de la suerte”;desde un tiempo atrás, estudiando técnicas de patada y desarrollándolas a través de entrenamiento y sabiendo aplicarlas correctamente en la cancha, en el rugby se ha trabajado para conseguir direccionar y predecir el pique de la pelota desde el instante en que se efectúa el kick. Tan es así que actualmente existen muchos jugadores que ya tienen estudiado, aprendido y pulido el gesto técnico y han logrado hacer que el pique de la pelota vaya para donde ellos pretendan ¿Habrán vencido a la suerte?
La suerte no existe como ente generador ni salvador de situaciones. Podremos invocarla a través de distintas exclamaciones pero no como si fuese un ente todopoderoso y hacedor sino como una expresión, potente y que nos ayuda al desahogo, pero expresión al fin; y que muchas veces nos sirve para escapar del verdadero análisis, de la autocrítica y en definitiva de nuestro crecimiento.
Nuestra imaginación le ha atribuido tanta importancia que nos creamos innumerables e insólitas cábalas y amuletos (“siéntate al lado mío a ver el partido que eso nos trae suerte”…, “no te pares que sino perdemos”, “si entro a la cancha con el pié derecho jugaré bien”…, “Esas medias traen mala suerte”…, “utilizo este short todos los partidos porque me trae suerte”). No solo invocamos su poder sino que acudimos a ella constantemente; lo hacemos todos: jugadores, espectadores, entrenadores. De esta manera, antes y durante el partido se conjugan y entremezclan todas las cábalas y amuletos de uno y otro equipo. Se arma una maraña de cábalas y amuletos de los jugadores de cada equipo, de la hinchada de cada equipo, de los entrenadores de cada equipo, y si lo televisan entonces también de los hinchas que lo están viendo por televisión (o no lo están viendo.., por cábala).
¡Dios mío, si yo fuera la suerte no sé como haría para atender a las necesidades de todos!
La intención de este artículo no radica en demonizar a la suerte porque estaríamos admitiendo su existencia como entidad; veamos si podemos aclarar esto. No me opongo al hecho de invocar a la suerte, pero solo a modo de exclamación y desahogo; tampoco estoy en contra de las cábalas ni de los amuletos (= la suerte hecha “acto” y “cosa”); más aún, si resultan positivos para nuestra confianza y optimismo a fines de encarar las cosas entonces bienvenidos sean; pero solamente así concebidos, como elementos que nos ayudan a estar calmos a la hora de competir, con confianza, positivos; siempre y cuando tengamos en claro que nuestro rendimiento de ninguna manera puede estar condicionado al hecho de que utilicemos o no determinada indumentaria, o que dependa del pié con el que entré a la cancha o a cómo o donde se sienta un espectador.
Las oportunidades pueden darse o no; lo más importantees que puedes buscarlas; eso sí, mientras mejor preparado estés mejor resultado obtendrás cuando estas se te presenten…, tendrás mayor o menor suerte!; solemos caer en el simplismo de atribuirle ese resultado o suceso a la suerte y no examinamos el contexto, nuestra preparación previa, el antes y el durante, el motivo real y concreto del resultado.
En este punto desearía darle a la Toma de decisiones la fundamental importancia que se merece. Estar preparados no significa solamente estar “física y técnicamente” entrenados, también debemos estar “mentalmente preparados”, tener la capacidad de tomar decisiones de manera eficaz casualmente, tener la capacidad de poder buscar, descubrir, detectar “la oportunidad” y elegir la mejor acción dentro de la gama de posibilidades que tenemos para actuar.
Si aspiramos a desarrollar al máximo nuestro potencial como deportistas lo que debemos priorizar es hacernos de una buena preparación física, técnica y mental. No descubrimos nada nuevo, ¿cierto? Al hablar del entrenamiento, desarrollo y preparación “mental” me refiero a la fortaleza mental, a la mentalidad ganadora, y a procurar adquirir excelencia en la toma de decisiones. Mientras mejor preparados estemos mayor probabilidad de que nos vaya bien y menor participación le daremos a lo que denominamos suerte. A igualdad de condiciones y preparación física y técnica entre dos jugadores, la diferencia no la marcará la suerte sino las condiciones y preparación mental de cada uno.
Además de estar preparados, debemos tener convicción, confianza, resistencia mental y saber tomar decisiones (porque con pura voluntad no basta); de nada sirven tu preparación ni tus condiciones si no sabes percibir cada situación, evaluar tus alternativas de resolución o acción, elegir la mejor y actuar en consecuencia.
Tengo la sensación de que solemos ver a la toma de decisiones como algo en abstracto o por lo menos que no le damos la importancia que verdaderamente tiene. La toma de decisiones resulta fundamental y determinante y no es sencillamente innata sino que es una destreza. Desde el momento en que es una capacidad que puede entrenarse, ejercitarse y desarrollarse es una destreza y como tal debemos procurar entrenarla, mejorarla, desarrollarla. La toma de decisiones es una destreza mental.
No debemos dedicar tanto tiempo a opinar, a diagnosticar, a invocar o pedirle a la suerte, sino en todo caso debemos destinar algo de tiempo para planificar y en lo demás entrenarnos, prepararnos, capacitarnos, pensar y actuar…,entrenarnos, prepararnos, capacitarnos, pensar y actuar.Actuar. Y luego, la suerte nos dirá lo que pasa…., ¡pero solo como una expresión!
Excelente artículo Yacu. Qué «suerte» que te tenemos en el club. Abrazo grande.
Jere.
Excelente. Gracias Yacu