Quien tenga algún vínculo con el club en los últimos años, no caben dudas que alguna vez escuchó hablar de él. Santiago López Vaca fue un icono del club en su generación. Desde muy chico, siempre se destacó por su carácter, su carisma, su liderazgo y una entrega sin igual dentro de la cancha. Estos atributos lo llevaron a ser capitán de una camada muy exitosa para el club en las juveniles: la camada ’84. Lo curioso del caso es que Santiago es en realidad camada ’85, pero toda su carrera juvenil la hizo con los más grandes.
Los comienzos
Su ingreso al club fue cuando era muy chico, a los 4 o 5 años, pero en aquel momento no lo entusiasmó mucho la idea de jugar rugby. Algunos años más tarde, viendo que su hermano “Chilo” siempre se iba de viaje, decidió cambiar de opinión y darle una nueva oportunidad; y a los 12 años se sumó al club, para no dejarlo nunca más.
Su paso por las juveniles fue imborrable, siendo campeón con sus amigos de la ’84 en M-16 y M-18. También se consagraron en un torneó en Yaciretá en M-17 y en M-18 fueron el primer equipo del club en participar del prestigioso torneo “Veco Villegas”, que reúne a los clubes campeones de la categoría de las uniones más importantes del país.
Su experiencia en seleccionados
Sus condiciones físicas naturales y su actitud adentro de la cancha lo llevaron a integrar los seleccionados juveniles de Córdoba M-18 y M-20, y participó de varios trials de pumitas para conformar equipos mundialistas para el entonces Mundial M-19. Dentro de esos trials llegó a vestir la camiseta Argentina en un partido contra Uruguay, y con un año menos llegó a integrar la lista de reservas, en caso de lesión de alguien que viajara al mundial en la lista definitiva.
Lo cierto es que la lesión le llegó antes a él, y una rotura en los ligamentos de la rodilla lo dejó afuera todo ese año y parte del siguiente. La falta de ritmo y una nueva lesión en la misma rodilla lo dejaron afuera de la experiencia del seleccionado Nacional.
Su paso por la primera división
Ya en primera división, debutó de muy joven. Con 19 años hizo su primera aparición en el equipo más importante del club, fue frente al campeón reinante de Córdoba en ese momento: Palemo Bajo, en un partido que lo recuerda como “durísimo físicamente, Bajo tenía unos jugadores enormes y asperos”.
Los años fueron pasando y su juego y personalidad lo fueron asentando como una fija en el centro de la cancha y en 2008 fue elegido por sus compañeros como sub-capitan del equipo, para finalmente en 2010, erigirse como capitan y lider natural de un grupo que logró dar un salto de calidad en el juego, tras algunos años de sequía.
Fueron 11 años representando al club en el máximo nivel, y son muchas las memorias que conserva como trofeos.
Entre los partidos que más recuerda, su favorito es contra Córdoba Athletic por los playoffs del 2013. Tuvo muchos condimentos que para él lo hacen especial. El primero es que originalmente ni siquiera estaba en la lista del equipo. Había jugado el día anterior por las semifinales de intermedia y los entrenadores no lo habían seleccionado para ese duelo frente a Athletic.
Se disponía a ir a comer un asado a la casa de sus amigos, los hermanos Lazcano, para luego alentar a la primera y cuando estaba llegando a destino, el entonces entrenador Juan Trejo lo llamó y le preguntó si estaba con ganas de jugar, ya que Julio Deheza amaneció ese día engripado. Así, cambió de dirección, se fue al vestuario, se cambió, le pidió prestado los botines al convaleciente Deheza y fue una de las figuras de la cancha, en un partido que será recordado porque el equipo, en el momento más complicado y con 13 jugadores en cancha, sacó adelante el duelo y se clasificó a las semifinales del torneo.
La gira a Sudáfrica, su tesis de liderazgo
El momento de su carrera que más atesora, es la gira a Sudáfrica en 2010, que lo tuvo como protagonista de todo el proceso. La gira, que se concretó en Noviembre de ese año y duró 10 días, vio peligrar su realización, de no ser por el exhaustivo trabajo de Carlos Guevara y Javier Fiori en lo administrativo y de López Vaca en lo organizativo.
De aquella experiencia, no sólo rescata el dulce sabor de haber logrado el objetivo y disfrutar de un viaje invaluable con amigos tras arduo trabajo todo el año; también le da mucho valor a los aprendizajes que demandó organizar esa gira:
“La verdad es que uno no lo dimensiona hasta pasado un buen tiempo. El esfuerzo, el compromiso y la organización que demandan la preparación de un evento como ese es gigante. Creo que lo que más aprendí fue a aceptar diferentes formas de ver las experiencias, a ver las virtudes de cada persona involucrada y a como esas virtudes pueden ser direccionadas hacia la realización del objetivo común”.us últimos años como jugador
La gira a Sudáfrica fue una experiencia que marcó a fuego al grupo que la vivenció. La primera división venía de años duros en cuanto a resultados deportivos, y ese 2010 fue bisagra para lo que vendría.
Los años siguientes trajeron la mejor versión de ese grupo de jugadores, a los que quizás les faltó un poco de madurez en los momentos decisivos para coronar el gran nivel de trabajo y resultados.
En 2011 lideró a un temible equipo que estuvo 11 fechas invicto, y que por márgenes muy ajustados, perdió sus partidos en el cuadrangular final.
En 2012, nuevamente como capitán, llevó a la primera hasta las semifinales, donde cayó frente a La Tablada y en 2013 y 2014, dejó su rol de capitán a su socio en el centro de la cancha, Leandro Brunetto, para abocarse más a ayudar con su experiencia a un jóven grupo de backs, con nombres como Julio Deheza, Francisco Lazcano, Pablo Kantarovsky y el mismo Brunetto, que pese a tener algunas temporadas encima, tenían aún todo por aprender.
Hay vida después de los tackles. Su familia y el nuevo rol de entrenador
Fuera de la cancha, los últimos años de su etapa de jugador lo encontraron compartiendo muchas cosas significativas con Zule Freites, quien actualmente es su esposa y madre de sus dos hijas Camila (2014) y Rita (2016).
En 2015, decidió emprender su nueva etapa dentro del rugby, como entrenador, que lo encontró compartiendo staff en el equipo de Intermedia, con viejos y grandes amigos como Jorge Chali y Sebastian Luna.
Hoy continúa con esta experiencia, desempeñándose como entrenador de defensa del plantel superior. Su rol, mejor lo explica él:
“Mi función en el staff, es encargarme del aspecto defensivo del equipo. Hago la aclaración que no de la organización defensiva, que eso lo maneja mucho mejor Javier (Fiori), sino de toda la situación que hace al tackle y post-tackle: técnica, actitud, aptitud, destreza, etc.”
Remarca también que fue muy importante para él su experiencia como entrenador en el equipo de M-19 del año pasado:
“Fue un año que quizás tuvo ese gustito especial porque tuvo la frutilla del postre al habernos coronado, pero aún así, fue un año muy especial por como lo encaramos todos juntos como grupo. Creo que lo que lo hizo especial fue justamente el proceso y no el resultado final.”
Mucho es lo que se llevó después de casi 20 años como jugador. Viajes, anécdotas, experiencias, lesiones, pero por sobre todo, personas y sus amigos para toda la vida.
Dentro de los entrenadores que más lo marcaron, se encuentra Pablo Bulacio en su etapa de jugador y Ramiro López como coach en juveniles y compañero en la etapa actual que lo tiene como entrenador.
Como jugador, son muchos los nombres con los que compartió cancha y asegura que no tiene registro de alguien que no le haya dejado alguna enseñanza. No obstante, en lo que respecta al juego destaca mucho a Francisco Panessi, Ignacio Plans y Polaco Albano con quienes siente mucha identificación por su entrega al jugar, y de quienes resalta su calidad y convencimiento para afrontar cada partido. También en esta línea actitudinal recuerda con mucha estima a Facundo Devoto, “Homero” Romero Caseres y Julio Deheza.
Como ejemplos integrales, por su actitud tanto dentro como fuera de la cancha, resalta las virtudes de Leandro Brunetto, el Gringo De Anquin y su hermano Chilo.
Terminamos así el recorrido por la vida de Santiago López Vaca, alguien que más que como jugador, como líder o capitán, es reconocido por sus virtudes como persona. Un hombre que con hechos más que con palabras, fue y es un protagonista importante de la historia del Jockey Club Córdoba.
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