Los días sábado y domingo del último fin de semana, toda la división M-17 realizó una actividad grupal en un refugio ubicado en San Clemente, en las sierras.

Los motivos los explican mejor sus entrenadores: «Surgió a causa de que veíamos que no tenían un comportamiento grupal como equipo. Es una división con buenas destrezas individuales, pero que le falta jugar más en equipo, sobre todo respetar al compañero, no echarse la culpa cuando las cosas no salen. » 

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Entre los integrantes del staff se encuentra Sebastian Luna, quien integró el staff de la división Intermedia en 2015, con quienes realizó la misma actividad, persiguiendo objetivos similares. El éxito obtenido el año pasado le dio la confianza para acercar la propuesta a sus compañeros de trabajo hace algunas semanas atrás.

La actividad comenzó la semana pasada, con la división de todo el plantel en grupos de trabajo. Estos grupos debían determinar un responsable para realizar diferentes tareas, como por ejemplo, elegir los menúes del fin de semana, hacer las compras o cocinar.

Entre los roles a determinarse, también se incluyó un responsable por grupo para que todos los grupos debatan en conjunto los menúes, formas de traslado, recolección de la plata necesaria para realizar todas las actividades, etc.  Esta puesta en común se realizó el jueves después del entrenamiento.

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El sábado por la mañana todos los grupos se dirigieron hasta el refugio.

Facundo Ramallo, uno de los entrenadores explica el motivo de la metodología: «Era más que nada para que tuvieran que realizar tareas en equipo y estar dos días en un lugar, alejados, para que los chicos se consoliden como grupo, se conozcan más. Tuvimos una charla muy buena en un fogón donde cada uno tuvo la oportunidad de expresar por que y para que juegan al rugby y así poder construir un objetivo grupal.»

Pero los chicos no fueron los únicos que tuvieron la oportunidad de reflexionar y trabajar en pos del grupo, los entrenadores aprovecharon el espacio y la ocasión para mejorar su trabajo como staff. Así lo explica Ramallo:

  «También lo hicimos nosotros, como grupo de entrenadores, porque necesitábamos de ese tiempo para charlar un montón de cosas que en la semana es difícil de trabajar.»

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 En cuanto a su apreciación de la experiencia, Ramallo analiza y concluye:

«Lo que más me gustó fue la charla del fogón. Todos tuvimos la oportunidad de hablar y decir de donde venimos y a donde queremos ir.

 Recomiendo la experiencia a todas las divisiones del club. Creo que un deporte como el rugby, que es netamente grupal, una experiencia como esta te brinda un espacio que no tenés en otro lado. En general vamos todos al club, pero vamos a aprovechar el tiempo que estamos ahí para entrenar. Estas experiencias te dan el tiempo y el espacio para que todos se conozcan mucho más desde lo humano, se desenvuelven en un ambiente de más compañerismo y ahí descubrís que hay uno que es maestro en la cocina, otro picante en el truco, otro que se toma dos colectivos para entrenar con sus compañeros. Es muy recomendable tanto para jugadores como para entrenadores, porque conocerte desde lo humano te da un vínculo con el otro que no conseguís desde lo meramente deportivo, y eso en el proceso de composición de un equipo se nota.»

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